El lobo español no
tiene qué echarse a la boca. Será por eso que está emigrando hacia tierras del
norte, de donde en realidad es originario. Al parecer, con la subida de los
impuestos no le llega para nutrirse y es que, aunque el precio de los alimentos
básicos se mantenga, a este particular lobo no le sacian ni los tomates ni los pepinos.
Afortunadamente, para
el resto de los mortales españoles el incremento del IVA cultural no va a
significar una cuestión tan tajante de vida o muerte; aunque el que sí corre un
gran riesgo de sucumbir anémico y desnutrido es su pobre cerebro. ¿Cómo van a
alimentar pensamiento y alma si apenas les llega ya para el estómago?
El gobierno ha
anunciado un aumento del IVA cultural del 8 al 21% que va a suponer la
conversión de un bien de interés público en un artículo de lujo al que van a
tener limitado acceso las clases medias y bajas. La mayoría de pequeñas
empresas no van a poder asumir el coste de esta subida, con lo que el
encarecimiento de las entradas de cine, teatro, música y arte va a convertirse
en un obstáculo más para el ciudadano normal en el acceso a la cultura.
Tras décadas de
continuada mercantilización de la expresión creativa, ahora esta medida, junto a otras como la
reducción de presupuestos de las administraciones con competencias culturales,
viene a herir más a un sector ya dañado de por sí en esta sociedad del bien
tangible.
Es por ello que los lobos esteparios en España, más que
nadie, corren un gran peligro de extinción. Además de ser un clásico de la
literatura alemana, El lobo estepario
(Steppenwolf), designa por extensión en la cultura popular a aquellos que, como
su protagonista Harry Haller, tienen un gran mundo interior y viven, más que de
pan, de verdadero arte y conocimiento.
Decía Sarcozy como
Presidente de Francia que “la democratización
de la cultura es brindar todos los medios para que
el mayor número de personas pueda amar a Sófocles, Shakespeare o Racine, no suprimir
a Sófocles, Shakespeare o Racine". Y
en eso deberían pensar los dirigentes a la hora de diseñar sus políticas
educativas y culturales.
La cultura es un bien al que todo el mundo debe tener
acceso, y que, en mayor o menor medida, todos necesitan para ser más felices y
más libres. El fin de la cultura es la muerte de una gran riqueza humana o,
como decía Malraux, “La cultura es lo que, en la
muerte, continúa siendo la vida”.
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